SERVICIOS SEXOLÓGICOS

La sexualidad es una parte esencial del ser humano, ayudarte a que la vivas sin barreras será mi objetivo en consulta.
Te guiaré a través de información, educación sexual y ejercicios que te ayudarán a vivir con mayor satisfacción tu sexualidad.

Los sexólogos asesoramos y tratamos las llamadas disfunciones sexuales. Es decir, todas aquellas problemáticas relacionadas con la actividad sexual: con la eyaculación, la erección, el dolor, el deseo sexual, el orgasmo, etc.

Todo aquello que os haga sentir mal con vuestra sexualidad y que no sea estrictamente un problema médico. Por supuesto, también abordamos los problemas que tienen que ver con la orientación sexual (dificultades para aceptar la orientación sexual), o la identidad sexual.

Y en general, lo que tiene que ver con la sexualidad, la afectividad y la erótica (de la persona, o de la pareja), ya sea para enriquecerlas, o para orientar en la resolución de una dificultad. 

Falta o disminución del deseo 

«Cada vez tengo menos ganas de tener relaciones sexuales con mi pareja» 

La Inhibición del deseo sexual (IDS), conocida comúnmente como falta de deseo, es una de las dificultades más habituales que recibimos en una consulta de coaching sexual. Es más común en mujeres, aunque cada vez son más los hombres que acuden a terapia por este mismo problema.

Esta inapetencia o falta de apetito sexual puede deberse a causas muy distintas, en función de quién la padece. Entre las más habituales se encuentran el estrés, cansancio, crisis de pareja o personales, problemas de familia, trabajo o de rutina de pareja.

¿Y en qué se traduce?

En que a la persona cada vez le apetece menos tener relaciones sexuales con su pareja, vamos distanciando los encuentros eróticos, incluso no llegando a tenerlos, con excusas del tipo “Me duele la cabeza; estoy agotad@; entre el trabajo y la familia no nos queda tiempo ni energía”
 

Disfunción eréctil

«No logro tener una erección por mucho que me apetezca 
tener relaciones sexuales» 

La dificultad por lograr o mantener una erección es una de las causas por las que más hombres acuden a nuestra consulta sexológica, junto a los problemas de eyaculación.

La comúnmente llamada “impotencia” puede deberse a causas orgánicas, hormonales o de ingestión de fármacos concretos; aunque la mayoría de las veces su origen es psicológico, (causada por ansiedad, miedo o vergüenza, imposición del cumplimiento de determinadas expectativas) o situacional (al estar pasando por un momento personal o de pareja difícil).

¿Y en qué se traduce?

Durante las relaciones sexuales, y en concreto durante el coito, el hombre sufre un bloqueo y no consigue una erección, o es incapaz de mantenerla, resultando imposible la relación coital. Si es repetitivo, lo más común es que evite los momentos íntimos.

 

Anorgasmia

«No logro tener un orgasmo por muy excitada que esté» 

La imposibilidad o dificultad para alcanzar el orgasmo es más común en la mujer, aunque muchos hombres nos consultan por insatisfacción con su tiempo de eyaculación. Véase la Sección de Eyaculación retardada o aneyaculación.

Las causas de la anorgasmia pueden deberse a una falta de información en cuanto a cómo responde su cuerpo a los estímulos eróticos, a experiencias sexuales traumáticas, miedo a perder el control, o ciertas creencias; aunque en ocasiones está relacionada con la ingesta de ciertos fármacos, lesiones pélvicas…

¿Y en qué se traduce?

La mujer (o el  hombre) disfruta en sus relaciones sexuales, incluso a veces logra excitarse, pero no consigue la descarga orgásmica. Hay personas que  padecen esta ausencia sólo en ciertas circunstancias, lográndolo en masturbaciones en solitario, por ejemplo.

Dispaurenia (Dolor en el coito)

«Cada vez que tenemos relaciones sexuales, sufro mucho dolor» 

Es más frecuente que sean las mujeres las que sufren dolores durante la actividad sexual; y en concreto durante la penetración, aunque también hay hombres que puedan padecerlo.

Este trastorno genito-pélvico puede deberse a causas físicas, como una insuficiente excitación o lubricación, o la aparición de espasmos musculares vaginales; y psicológicas, como experiencias sexuales traumáticas, miedo a la penetración o a las relaciones sexuales en general, desconocimiento de su cuerpo, sensación de culpabilidad, problemas con su pareja…

¿Y en qué se traduce?

La mujer siente dolores en sus relaciones coitales, o incluso al tocarse o durante la exploración en sus visitas ginecológicas. Lo que le sigue, en muchas ocasiones, la falta de lubricación y líbido. Por lo que es habitual evitar los momentos íntimos y culpabilizarse por esa falta de disfrute.

 

Eyaculación precoz

«Eyaculo al poco rato de empezar una relación sexual, y no puedo controlarlo. Mi pareja cada vez está más enfadada conmigo.» 

Esta preocupación es una de las principales demandas de los hombres en nuestra consulta, aumentando el número de jóvenes preocupados por ello, y tiene que ver con una insatisfacción con el tiempo de eyaculación y un escaso control sobre ello. Mayoritariamente se percibe que desde que empieza la penetración hasta que eyacula, sucede un tiempo corto; aunque también recibimos consultas por un tiempo excesivo de eyaculación (Eyaculación retardada o aneyaculación parcial o total).

En algunos casos, puede deberse a un problema de circulación sanguínea o sensibilidad extrema, o toma de ingesta de ciertos medicamentos, aunque las causas más frecuentes son la falta de información sexual, estrés, falta de autoestima, desconocimiento de las variadas formas de encuentros eróticos, y ciertas dinámicas en la relación de pareja.

¿Y en qué se traduce?

La penetración se vuelve imposible, aunque se intenten en diferentes ocasiones y de diferentes maneras. Cada vez que se intenta, produce dolor, ansiedad y frustración. Nos encontramos con parejas a las que les afecta su relación sexual, y otras que les supone un problema sólo cuando deciden tener hijos/as a través del coito.

Problemas de pareja

«Estamos todo el día discutiendo por cualquier cosa» 

Una forma de definir a los miembros de una pareja es como compañeros o compañeras de vida. Y como tales, pasan por una serie de vivencias juntos, y otras de manera individual. Renegociar las nuevas condiciones que conlleva cada cambio puede llegar a ser complejo en ocasiones, y supone un mayor esfuerzo en cuanto a comunicación, delegación y cesión. Y más cuando los cambios relegan a la pareja a una situación desfavorable en relación a la anterior.

En ocasiones, lo que está deteriorando a la pareja es algún asunto inicial todavía no resuelto, o un cambio de expectativas. Muchas veces la pareja, o uno de los miembros, no sabe si quiere continuar en esa relación o no o cómo hacerlo en caso de apostar por ella.

¿Y en qué se traduce?

Las parejas que se encuentran en este punto y tienen problemas de comunicación o no han adquirido ciertas habilidades, pasan por periodos de desmotivación, tristeza o enfado. Lo que conlleva a conflictos entre la pareja, influyendo en su vida personal, de pareja y sexual, y además en las personas del entorno cercano.

 

Vaginismo

 «Hemos intentado tener una relación sexual con penetración, de muchas maneras, pero es imposible» 

Este trastorno genito-pélvico representa la imposibilidad de penetración vaginal, provocada por una contracción involuntaria de la musculatura pubococcígea. Hay mujeres que presentan dificultades incluso para la penetración de un tampón durante la regla, un dedo o un espéculo en sus revisiones ginecológicas.

Se trata de una contracción involuntaria, realizada de manera inconsciente. Cuando sus causas no son físicas, pueden deberse a miedo al dolor, al embarazo, o expectativas basadas en falsas creencias, desconocimiento genital e incluso miedo o rechazo de su propia vulva y vagina.

¿Y en qué se traduce?

La penetración se vuelve imposible, aunque se intenten en diferentes ocasiones y de diferentes maneras. Cada vez que se intenta, produce dolor, ansiedad y frustración. Nos encontramos con parejas a las que les afecta su relación sexual, y otras que les supone un problema sólo cuando deciden tener hijos/as a través del coito.

Orientación sexual

«No sé que me pasa, pero hay algo en mí que no está bien » 

La orientación sexual es una atracción emocional, romántica, sexual y afectiva duradera hacia otros. Existe a lo largo de un continuo que va desde la heterosexualidad exclusiva hasta la homosexualidad exclusiva e incluye diversas formas de bisexualidad.

Las personas que acuden a terapia pueden tener dudas sobre su orientación sexual, sobre sus nuevos sentimientos y no saben como sobrellevarlos por si solos. Pueden estar en conflicto con sus creencias religiosas, lo que les genera gran malestar. Hay personas que consultan porque perciben una atracción por el propio sexo, y siendo esta una cuestión que todavía no es plenamente aceptada por parte de la sociedad, se plantean cómo integrar esta cuestión en su vida, y cómo organizarse, cómo comunicar al entorno lo que sienten, cómo lograr una buena readaptación familiar a la situación, etc.

¿Y en qué se traduce?

En algunos casos, la incomodidad que genera la no aceptación se traduce en homofobia interiorizada, percibiendo  su orientación sexual como algo negativo.

La persona manifiesta sentimientos relacionados con la vergüenza y la culpa, así como respuestas ansiosas de todo tipo y baja autoestima. El resultado es la evitación de relaciones personales por miedo a ser juzgado/a y sus consecuencias (reclusión en casa, pérdida de amigos, bajo rendimiento escolar e incluso absentismo, etc.)

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